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Sucesión en la UJAT

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Victor Ulín/

La Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT) no puede sustraerse a los acontecimientos políticos que ocurren en el Estado. Nunca ha sucedido y no tendría por qué suceder ahora ante la eventual llegada del primer gobierno genuinamente de izquierda.

La UJAT es un ente político por naturaleza donde las voces críticas, -muchas veces perseguidas o marginadas- convergen y divergen en sus pasillos y aulas, y más en un estado como el nuestro tan apasionado y politizado.

Para el gobierno federal y estatal, y por ende para el Presidente y el gobernador, la UJAT  es un ente necesario para la buena gobernanza.

Al acercarse la conclusión del período del rector Guillermo Narváez Osorio, es por tanto también natural que académicos como la doctora Mirian Carolina Martínez López, directora de la División Académica de Ciencias de la Salud (DACS), mujer de convicciones, de izquierda, que siempre ha sido  congruente, se apunten para sucederlo en el cargo. Seguramente habrá otros nombres, hombres o mujeres, que entendiendo sus tiempos y circunstancias, decidan registrarse o aplazar sus legitimas aspiraciones.

La relación de las universidades en general y de la UJAT en particular con los gobiernos federal y estatal va más allá de lo económico o institucional: se establece un  vínculo de confianza y respaldo total con el rector en turno  para propiciar condiciones favorables de colaboración y estabilidad interna.

De acuerdo con lo sucedido históricamente, el gobernador entrante -o el que lo será de Morena de facto apenas sea electo Coordinador de los Comités de la Defensa de la Cuarta Transformación- procura, desde su posición de autoridad moral, que quien asuma la rectoría de UJAT goce de su confianza, sea porque tienen afinidad ideológica o han sido amigos o compañeros de lucha política. Es un derecho consuetudinario que cuando se respeta se cumple con la formalidad, sin sobresaltos ni consecuencias. Han sido sucesiones en las que los actores políticos y/o académicos han entendido muy bien cuando las condiciones o circunstancias le permiten aspirar al cargo para ganar o reelegirse, o solo para dejar constancia pública de su válido deseo. Es saber en qué momento seguir o insistir,  o en cuál retirarse dignamente, sin confrontación.

Hace casi cuatro años, la doctora Mirian Carolina Martínez López, académica  desde hace más tres décadas, ciertamente compañera y amiga de lucha del presidente Andrés Manuel López Obrador, de Octavio Romero Oropeza y de Javier May Rodríguez, buscó la rectoría, pero las circunstancias no le fueron favorables. Y así lo asumió, más allá de defender su libertad de expresión y de disentir, normal en toda institución democrática.

Hoy, en un segundo intento, en buena lid, avalada por su trayectoria profesional y académica, además de buenos resultados al frente ya de su segundo período en la DACS-buscará concretar la aspiración que -como dijo-, tienen muchos que sirven desde sus aulas a la UJAT, y convertirse en la primera mujer que lleve la Cuarta Transformación a la universidad estatal.

La efervescencia que generó al interior de la UJAT su destape es proporcional a lo que estamos viviendo con la selección de Morena del próximo Coordinador de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación de Tabasco, que será el virtual candidato y seguro gobernador del Estado.

La sucesión en la UJAT y lo que ocurra o no, por supuesto que estará directamente relacionado con lo que suceda en la vida política de Tabasco dentro de los nueve días venideros, o, lo que es lo mismo, el 31 de octubre, en los tiempos de Morena. Los políticos profesionales y muchos ahora que están en la academia,  lo saben muy bien.


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