PT, ¿alianza rota?
Víctor Ulín/
El todavía dirigente del Partido del Trabajo en Tabasco (PT), Martín Palacios, un hombre que ha vivido al amparo del presupuesto público con diputaciones plurinominales y prerrogativas electorales, tiene trazado su plan rumbo al 2025: romper la alianza con Morena para acumular más poder político y consolidar su cacicazgo.
Soberbio y sobrado, Martín Palacios se ha dado a la tarea con su grupo cercano de “convencer” a morenistas de los 17 municipios para que renuncien y se afilien al PT con el propósito de que sean sus candidatos en el 2027.
Para tratar de minar desde dentro al otrora aliado, cual Caballo de Troya, el dirigente del PT, de acuerdo con versiones confiables, ofrece a los morenistas, además, un salario base, seguro y constante, que saldría del presupuesto de los tres Ayuntamientos que tienen alcaldes postulados por su partido.
Con chequera abierta, los alcaldes de Nacajuca, Roberto Ocaña; de Jalapa, José Manuel Hernández Pérez, y de Tenosique, Sandra Beatriz, apoyarían el plan que les ha planteado Martín Palacios para garantizar la “lealtad” de los morenistas que decidan abandonar su partido.
Para consumar su propósito, el dirigente petista se ha dado a la tarea de identificar alguna inconformidad o malestar de militantes de Morena, en particular de aquellos que están en espera de ser incorporados en la administración en alguna posición.
La ambición desbordada del dirigente petista que por primera vez disfruta de tener a su disposición el presupuesto de tres Ayuntamientos y la subordinación de sus alcaldes que buscarían repetir, lo ha llevado incluso a difundir que buscará la gubernatura en el 2027.
De ese tamaño es la proporción de las ambiciones del petista zacatecano que ha fincado en Tabasco su cacicazgo y modus vivendi muy redituable.
Su apuesta, en esencia, es destruir lo poco que ha logrado su partido con las alianzas generosas que han mantenido con Morena durante muchos años, a pesar de no contar con estructura ni recursos. Lo de menos es que intenten postular a sus propios candidatos, que están en su derecho, lo que no resulta propio es que sea tratando de dañar hasta el que hace poco era su principal aliado y, lo más grave, usando el presupuesto público para ello.