Punto de quiebre
Víctor Ulín/
La disputa ya pública -dejó de ser soterrada- entre el senador tabasqueño Adán Augusto López Hernández y el diputado federal zacatecano Ricardo Monreal Ávila tendrá más consecuencias políticas que un aparente regaño presidencial, en el mediano y largo plazo.
De ser considerados “males necesarios” para la causa, ambos se han convertido ciertamente en un lastre para la construcción del gobierno de izquierda y humanista que pretende consolidar la presidenta Claudia Sheinbaum, y el líder de facto del partido, Andrés Manuel López Beltrán.
La ausencia de la Presidenta en la fotografía en la que solo aparecen la secretaria de Gobernación, Rosa Isela, flanqueada por el zacateno y el tabasqueño que por supuesto no engañó ni al ciudadano común interesado en el tema, dice mucho por sí misma.
Por ahora, no sabemos -quizá más adelante- el contenido real de la plática que no debió ser nada cómoda para los dos ex priístas que fueron protagonistas del escándalo más sonado en el incipiente gobierno de la Presidenta que tiene que convencer a diario al imaginario social que manda. Que el poder deviene de ella.
Mientras desde la mañanera la Presidenta trabaja para insertar una narrativa y agenda que domine los contenidos mediáticos y las redes sociales, el tabasqueño desde el Senado y el zacatecano en la Cámara se encargan de opacarla, marginarla.
Ni Adán Augusto López Hernández ni Ricardo Monreal son políticos confiables ni leales para la Presidenta que por ahora ha tenido que tolerar su presencia. No son ni serán amigos, como tampoco lo fueron en el proceso interno para seleccionar al candidato presidencial. Son visiones y proyectos diametralmente opuestos.
El paro de las actividades legislativas y la desaparición publica y mediática tanto de Adán Augusto López Hernández como de Ricardo Monreal después de la reunión con la Presidenta, le vino por lo pronto bien al escándalo, pero se ve difícil que desaparezca del radar de los reporteros de la fuente legislativa y de los adversarios. El daño está hecho.
Al regreso de vacaciones, no faltarán los reporteros que busquen afanosamente para cuestionar al senador tabasqueño sobre la demanda que interpuso ante la Auditoría Superior de la Federación contra los negocitos millonarios del zacateno.
El rostro desencajado del senador tabasqueño en la fotografía que ya es un meme histórico, no es para menos. Tendrá que asumir públicamente el costo político de un error garrafal, para decir que lo que dijo siempre no era lo que había dicho y que todo fue un mal entendido.
Para la Presidenta lo sucedido entre el tabasqueño y el zacateno no fue un asunto menor -todo lo contrario- y es probable que comience a tomar decisiones para que ni el tabasqueño ni el zacateno le hagan contrapesos ni ahora ni después, y menos desafíen su autoridad ni desacrediten a su gobierno como lo hicieron.
Ni Adán Augusto López Hernández ni Monreal tienen cabida en el gobierno morenista que representa la Presidenta. Con mayúscula y con a, después de su manotazo y advertencia en el escritorio de Palacio Nacional.