PRD-Tabasco, a la extinción
Víctor Ulín / Victor Ulín/
Los perredistas de Tabasco no aprendieron de la derrota electoral del 2 de julio del 2018 y fueron incapaces de reinventarse para buscar salvar a su partido y así mismos de una eventual extinción.
Por el contrario, los perredistas están ahora enfrascados en una pelea de barrio en la disputa por la dirigencia estatal que todavía preside el vilipendiado Darwin González Ballina.
Los grupos al interior del PRD encabezados por el senador Juan Manuel Fócil Pérez, Agustín Silva y del ex alcalde de Centro Gerardo Gaudiano pretenden imponerse para tener participación favorable en el reparto de futuras candidaturas.
La confrontación por la dirigencia exhibe, al mismo tiempo, la incapacidad de los perredistas para dirimir sus diferencias mediante el diálogo y, lo más importante, negociar la integración del Comité Directivo.
El pleito público que ahora mantienen solo le confirma a la población que el voto en contra del PRD y sus candidatos fue la decisión más adecuada, mucho más cuando son los responsables de haber cedido la candidatura al gobierno de Tabasco en e l 2012 a un ex priísta -Arturo Núñez- que nunca renunció a sus mañas y que seis años después los llevaría casi a la extinción y al Estado a un saqueo que es nimio comparado con el de Andrés Granier.
Sí hoy fueran las elecciones, es probable que el PRD en Tabasco perdiera su registro. En este momento carecen de proyecto, de una visión de lo que pretenden hacer para reponerse del sutnami del 2 de julio y recuperar gradualmente la confianza de una población que se lamenta de haber votado en su oportunidad por Arturo Núñez.
A diferencia del PRI que hasta puede, en efecto, hacer de Andrés Granier su principal activo en las próximas elecciones, al PRD la sombra de Arturo Núñez Jiménez los seguirá por mucho tiempo en lo que el imaginario social olvida, sí es que lo hace, el daño hecho.
Por ahora, los perredistas siguen extraviados, dominados por la ambición de quedarse con los despojos de un partido que, aunque no lo quieran reconocer, ya es un cascarón que solo conserva el membrete. Los perredistas tienen que entender que la recuperación de su partido no se logra dividiendo ni restando. Qué les falta muchísimo para reconstruirse -y no es metáfora- de las cenizas. Que están más cerca de la extinción que de los años gloriosos que desperdiciaron.