Tabasco y su capitán
Víctor Ulín/ Sin Remitente/
Leo en las redes sociales las burlas o lo que intentan serlo, de quienes demeritan al gobernador Carlos Manuel Merino Campos: que si es o no capitán de aviación de formación, y su desempeño hasta la fecha.
Siendo justos, aún no es suficiente tiempo para sostener o afirmar si el desempeño del gobernador sustituto ha sido bueno o malo a partir de que relevó en el cargo al hoy secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández.
Creo que los señalamientos de descrédito, responden más a una coyuntura e incluso de cierta envidia por quienes observan que la vida política de Manuel Merino Campos ha sido generosa con él: senador y ahora gobernador, el sueño de muchos.
En política ciertamente se necesita suerte (estar ahí) y circunstancias (formar parte de una clase política específica como todos los que han llegado), y, hay que reconocerlo, Carlos Manuel Merino Campos las ha tenido de su lado y por eso ahora es el gobernador de los tabasqueños, amén de sus méritos propios dentro de su partido.
Pero no debería sorprendernos, mucho menos a quienes se precian de ser conocedores o estudiosos, pues la política así ha sido y lo seguirá siendo hasta el fin del mundo, con su dosis aspiracional que da ese toque de que todos podemos ser algún día lo que deseemos bajo el sistema democrático en el que vivimos.
El Capitán – así conocido popularmente- asumió un gobierno ya en marcha, con un presupuesto definido y repartido en gasto corriente y en obras por el mandatario que solicitó licencia para ausentarse del cargo.
En este año del que van casi dos meses, entonces sí podríamos estar atentos a qué hace o no hace el mandatario, porque sí intervino en la planeación de un presupuesto que, como sabemos, tiene mucho de federal, por las obras centralizadas, y no tanto margen en el ámbito de lo estatal, pero que permite evaluar que tanto avanzamos o estancamos.
Por ahora, considerando que los recursos federales fluyen a partir de marzo, podemos decir que Tabasco tiene capitán, por lo menos hasta que concluya el sexenio si no ocurre alguna cosa que, como sabemos, en política puede suceder y nada está escrito.
Así que al gobernador Carlos Manuel Merino Campos habría que pedirle que marque diferencia con su gestión y que del 2022 al 2024 evaluaremos su desempeño en función de sus resultados, y no de si es o no capitán, o si concluyó la universidad, algo por demás subjetivo y ampliamente relativo.