Del arrabal
Víctor Ulín/
Las palabras “lameculos”, “lamebotas” y “zalameros” lanzados en contra de los tabasqueños, reveló el verdadero nivel de “cultura política” y de personalidad que posee Lorena Beaurregard de los Santos: el de los arrabales y de las verduleras (leáse definición de la real academia de la Lengua Española).
A la candidata del PRI y del PAN se le acabaron los insultos, los ataques, calumnias y difamaciones contra Javier May Rodríguez, abanderado de la coalición “Sigamos Haciendo Historia”, y ahora embiste con sus groserías a los ciudadanos que irán a votar el próximo 2 de junio.
Para fortuna de los tabasqueños, Lorena Beaurregard fue incapaz de mantener la imagen de una presunta candidata sería y respetuosa de sí misma, y mostró su verdadera máscara: la de la vulgaridad.
En su afán por llamar la atención en su campaña de videos y de conferencias de prensa porque ha quedado evidenciada que no ha caminado ni la cuadra de su casa, ha tocado fondo. Es una candidata extremadamente patética. Digamos que es una antítesis de lo que debería ser una candidata en un proceso electoral en el que se define el presente y futuro de un pueblo: respetuosa y respetable.
De los insultos en contra de los tabasqueños, lo único que ha logrado es el repudio generalizado y si estaba sumando algunos votos no sorprenderá que se los retiren. Sus asesores de cabecera siguen pensando en la vieja fórmula que ya no funciona: que hablen mal de ti, pero que hablen.
Pero su nombre ahora mismo es el sinónimo de una candidata vulgar, de arrabal, y no en alguien a quien se le considere una persona de respeto o seria. Y menos profesional de la política como se presume solo porque fue ex diputada y secretaria técnica del pésimo ex Gobernador, Andrés Rafael Granier Melo, su principal gurú electoral.
A tres semanas de la elección, la priísta está convertida en una auténtica amenaza para los partidos que representa y para las familias tabasqueñas que la están conociendo tal y como es, sin ningún filtro. Esa y no otra es la verdadera Lorena Beaurregard de los Santos.