Adiós Maestra
Víctor Ulín/
Leyendo sus relatos en “Mar de Historias” o viendo su programa “Aquí Nos Tocó Vivir”, con Cristina Pacheco aprendí desde adolescente que las historias ordinarias pueden ser las grandes historias extraordinarias de todos. Que la ficción puede ser una manera muy certera de contar la realidad, y la realidad de ser descubierta. Que nadie como ella para mimetizar ambos mundos y para hermanar al periodismo y la literatura. Que lo que le pasa a la gente común es lo verdaderamente relevante para conocer a los otros y a nosotros mismos. Que nunca hay personajes pequeños ni olvidados. Que escribir sobre la vida cotidiana y lo que nos sucede nos recuerda que somos seres humanos y que en el reflejo de nuestros espejos siempre deben aparecer los otros. Nunca olvidar que el corazón es solo uno y que los sentimientos que nos hacen humanos los sentimos y padecemos todos. Que la alegría del pobre es también la alegría del rico. Que la felicidad o la desgracia no distingue clases ni colores. Que la palabra que fluye para contar la historia del panadero que bajo el clima lluvioso toma su triciclo para salir a vender y poder sostener a su familia que lo espera de regreso en casa, es la misma que mañana contará la historia de Carlos Slim inaugurando una de sus empresas.
Cristina Pacheco visibilizó lo invisible. Lo aparentemente marginal. Le puso rostro a infinidad de personas que pasaron durante 34 años por las páginas de la Jornada en “Mar de Historias” y 23 en los programas de “Aquí Nos Tocó Vivir” en el Canal Once, un referente de televisión publica, un ejemplo nacional.
Con Cristina Pacheco lloramos, reímos, celebramos y reflexionamos al terminar de leer su “Mar de Historias” o en “Aquí Nos Tocó Vivir” de ver y escuchar, por ejemplo, la entrevista del artesano que lucha para preservar su oficio del que sobrevive y no ser devorado por el mercantilismo. Pero Cristina Pacheco también nos alimentó de esperanza y nos reconvino tantas veces para darnos cuenta que el otro importa. Que hay que incluirlo en nuestras miradas. Que el otro también eres tú, que somos nosotros. Que el mundo que hoy vivimos puede todavía ser mejor si nosotros lo somos. Que el bien común debe ser un bien común, y no una contradicción en nuestras vidas.
Han sido muchos los escritores que se han retirado, pero el de Cristina Pacheco entristece, duele. De pronto, desaparecerá de la Jornada su “Mar de Historias” y del Canal Once “Aquí Nos Tocó Vivir”, y también lo harán aquéllos personajes cuya vida, ficcionada o real, esperaba ser contada para dejar el anonimato.
Con Cristina Pacheco se van también las voces de tantos que vivieron con ella a través de la palabra escrita o pronunciada. Se retira la periodista y escritora por excelencia de los que sistemáticamente habían sido ignorados por el sistema y la mayoría de los medios de comunicación.
Nos quedan sus libros y la enseñanza que nos ha dejado a quienes, desde el periodismo o la literatura, tenemos que seguir contando historias de los otros, sea en el portal más modesto o desde el periódico o medio más influyente. Será la mejor manera de honrarla.
Adiós, Cristina Pacheco. Adiós maestra. La vamos a extrañar eternamente.