Cien días de gobierno, la reflexión
Víctor Ulín/ Sin Remitente/
En cien días no puede evaluarse objetivamente como bueno o malo a un gobierno como el de Adán Augusto López Hernández que recibió una administración desordenada y una crisis financiera de su antecesor Arturo Núñez Jiménez.
Retomar el rumbo del Estado que también heredó una inseguridad que sigue siendo la prioridad junto con el combate al desempleo y la crisis económica, no ha sido nada fácil.
Si acaso, los primeros cien días le sirven al gobernador para evaluar, eso sí, el desempeño de sus funcionarios del gabinete legal y ampliado frente a la serie de inconvenientes internos y externos que han tenido que afrontar en sus dependencias, y hasta dónde le han ayudado a la gobernanza resolviendo problemas o atendiendo demandas.
Por supuesto que las expectativas y la esperanza de la población que votó el 6 de 6 en la elección del 1 de julio siguen intactas y representan el mayor activo social y político que debe mantenerse y refrendarse hasta en las elecciones delegacionales a manera de ensayo previo a la contienda del 2021.
A partir de los siguientes meses, empezando por mayo, es natural que ya la gente exija la concreción de promesas de campaña que siguen pendientes , como por ejemplo el borrón y cuenta nueva al no pago d servicio de luz por los abusos, una tarifa justa de energía eléctrica y una gradual mejoría en la economía doméstica que va de la mano con el empleo y la inversión privada.
De la mano con el esfuerzo del gobierno federal encabezado por Andrés Manuel López Obrador, el gobernador ha dejado constancia con su desempeño, la voluntad de cambiar la realidad de Tabasco, para bien, en todos los ámbitos, incluyendo, claro, la protección de la población y de generar condiciones favorables para inversionistas que exploran posibilidades ante la construcción de la Refinería en Dos Bocas, y del Tren Maya en la zona, y en general de la actividad petrolera estatal.
El apoyo federal, -esperado en recursos financieros al estado y municipios, y por el aterrizaje de los programas sociales-, ayudará a despresurizar la economía local que, de alguna manera, pega en el ánimo de una población que quisiera ver que las cosas avancen más rápido de lo que lo está ocurriendo y que, en ocasiones, no atiende explicaciones por más razón que haya de parte de las autoridades.
En la víspera de Semana Santa, son, los de ahora, cien días de reflexión para el gobierno estatal.