#Columna Blindar a nuestros médicos y enfermeras
Víctor Ulín/ Sin Remitente/
Sin médicos ni enfermeras en los hospitales, muy pocos pacientes sobrevivirían. En tiempos de Semana Santa y frente a la pandemia del Coronavirus que aterra al mundo, son más que indispensables, los que hacen posible que miles de contagiados en México -y demás países- logren sobrevivir con las atenciones que reciben desde sus ingresos a los hospitales.
En contraste con otros países donde a diario son reconocidos, en México atestiguamos, -con pena y vergüenza-, la agresión y discriminación que padecen de parte de personas que, ignorantes, temen, -sin razones de por medio-, ser contagiados.
No hay nada que justifique el atentado que a diario sufren nuestros médicos y enfermeras que se juegan la vida todos los días en la atención que prestan en los hospitales a los infectados. Ni siquiera el miedo ni la ignorancia de muchas personas que, para no variar, tampoco respetan las restricciones de movilidad e higiene para contener al virus que los gobiernos han instrumentado para proteger a toda la población.
A los médicos y enfermeras que están en la primera línea de la batalla contra el virus en los hospitales, nosotros y las autoridades policiales tenemos la obligación de protegerlos, dentro y fuera de sus centros de trabajo, de las amenazas y agresiones.
Es absurdo que haya personas que ataquen a quienes podrían salvarle la vida al día siguiente. Ni las autoridades ni quienes entendemos el fenómeno y sus implicaciones, podemos quedarnos de brazos cruzados o desatender lo que está pasando.
Al personal médico no solo hay que garantizarle su seguridad en la vía pública, sus hogares y centros de trabajo, sino también, y sobre todo, los recursos para poder realizar su trabajo. Es lo menos que podemos hacer para proteger la vida también de nuestro personal médico, muchos de los cuales son mal pagados o estaban desempleado y fueron llamados de emergencia. Su dignificación laboral es una deuda pendiente que tampoco se olvida.