Ofrendas indígenas tradicionales
Por Martha Olmedo/Con información de Novedades
Las ofrendas forman parte fundamental de la festividad del Día de Muertos, pues es una manera de hacer que nuestros difuntos nos visiten para volver a gozar de los placeres mundanos
Tacotalpa
El altar zoque es un monumento de creencias prehispánicas, se compone de acuerdo a la región a la que pertenece, aunque sean zonas zoques, y que contengan elementos comunes. Aquí el altar se adorna con ofrendas típicas como flores, frutas, alimentos y bebidas de la región que se colocan durante el día y la noche.
El altar zoque cuenta con tres niveles: En el nivel superior va el somé: que es la enramada con frutos colgantes que simbolizan la entrada del inframundo.
En el segundo nivel se colocan las comidas y bebidas que disfrutaban en vida los difuntos y en la parte de abajo se colocan las velas de cebo para iluminar el camino y el incensario que despide un aroma que se utiliza para limpiar el alma.
Alrededor del altar se coloca un costal con su mecapal de henequén, que contiene frutas para que las almas se lo lleven al día siguiente. Todo esto es acompañado con un ofrecimiento hecho por el dueño de la casa, así como la colocación de troncos al pie del altar para que se sienten las almas a disfrutan de las ofrendas.
Tecoluta, Nacajuca
Para dar inicio a la celebración del Día de Muertos o Día de las Ánimas en la comunidad Yokot’an de Tecoluta, los miembros del poblado presentan, al interior de la iglesia, un altar de ofrenda que se compone con los elementos, comida, bebida, frutas que cada familia puede aportar.
Es considerado el altar más antiguo que existen en la zona y su ornamentación es sencilla y sobria, pero manteniendo siempre presente el concepto de la dualidad que es propio de la Cultura Maya Chointal en donde se considera que la vida y el universo está siempre presente el hombre y la mujer en igualdad de importancia.
Tamulté de las Sabanas, Centro
Se ofrenda el altar el primero y último día de noviembre, para recibir y despedir a las ánimas. Consta de tres partes: la primera es la construcción realizada con elementos naturales y una mesa principal hecha de palo de corozo, pala o caña brava; para su ornamentación se incluyen tejidos que representan al sol- llamados en yokor’an pem pem-. También son puestos faroles y floreros logrados de la penca del cocotero.
La segunda parte es la ofrenda que resume la rica gastronomía local basada en alimentos derivados del maíz. El alimento más representativo es el uliche; también se colocan al pie del altar figurillas de barro para significar abundancia y sostener las velas de cebo, así como objetos o prendas del difunto. La tercer parte es la intervención del rezador del pueblo con un sahumerio de barros, braza y estoraque, quien en lengua materna invita a los difuntos a degustar alimentos ofrecidos pidiéndoles bendiciones u ayuda.
Tucta, Nacajuca
Se disponen imágenes religiosas, una palia con la imagen del Carmen y se cuelgan las grutas que fueron regaladas por los invitados a la ofrenda, con la intención de ser vistas por la gente en señal de la gracia de Dios, la cosecha de la comunidad y la unión familiar. Las bebidas (pozol, guarapo) se acomodan de derecha a izquierda y desde arriba. Después se acomodan en la parte inferior 24 jícaras con pozol, 24 platos de comida, 24 vasos de guarapo, 24 vasos de dulce (plátano o camote) y 24 velas de (cebo o cera). El número de elementos está relacionado con los 12 apóstoles y las 12 tribus del Israel, aunque dependiendo de las posibilidades económicas de la familia, la ofrenda puede ser menor. Se disponen 2 kilos de pozol que significan el corazón del altar. Debajo de la mesa del altar se coloca una jícara de pozol, un plato de comida, un vaso de guarapo y un vaso de dulce para el ánima sola. Después del ofrecimiento y la bendición, los alimentos se comparten con los invitados. El humo del sahumerio simboliza a Dios, visible pero intagible.
Guaytalpa, Nacajuca
Los altares en las casa son presididos por imágenes del Sagrado Corazón y el Señor de Tila; contienen también velas, jícaras de chorote, tamales, dulce, que permanecen el tiempo que dure el rezo y enseguida se retiran para ser consumidos, primero por el rezador y sus acompañantes, y luego por todos los presentes. Solo se queda una jícara de chorote o pozol, y a veces, uno o dos tamales toda la noche. El día 02 de noviemnbre se hace una ofrenda y hay una participación más directa de la población en el ritual que se lleva a cabo en la iglesia. Antes del mediodía se hace otro rezo y después, los rezadores comienzan a ir de una casa en otra, lo mismo humildes que más acomodadas, donde los han llamado para hacer el ritual del ofrecimiento de los tamales, uliche, caldo y la carne.
En las casas, la ofrenda se vuelve más compleja, sobre todo en aquellas familias que gozan de mejores posibilidades económicas.