Triangulen
Non serviam/
Leopoldo Emmanuel Benítez Arias/
El problema con la objetividad es que es imposible de alcanzar. Podemos aproximarnos a los objetos con los menores prejuicios posibles; logrando nunca un total desprendimiento de estos. Ni modo, somos humanos y estamos atados a la ideología (personal o colectiva) que de vez en cuando nos traiciona.
Nos traiciona porque en la actividad de búsqueda y consulta de información podemos correr el riesgo de ser parciales y tendenciosos; algo que no es necesariamente un delito, pero que sí propicia en cierta medida las burbujas de filtro que entre otras cosas nos impiden confrontar ideas al solo mostrarnos en plataformas de búsqueda y de difusión de noticias como Google, Facebook o Yahoo!, información y noticias con las que estamos de acuerdo. No se debe confundir esto con la fabricación de noticias falsas, aunque sí es un medio por el cual se facilita su propagación.
Uno de los problemas más evidentes que generan las burbujas de filtro entre los cibernautas es la polarización y con la polarización viene el maniqueísmo: dividir el mundo entre buenos y malos. Entre más consultemos y nos alimentemos de nuestra burbuja, más satisfechos nos sentiremos, aunque estemos dejando fuera datos que contradicen lo que creemos.
El ejemplo perfecto para explicar este asunto es el presente conflicto entre Estados Unidos, Siria y Rusia. Hordas de personas enfurecidas e indignadas por las infames imágenes de adultos y niños muriendo por los efectos de las armas químicas, pidiendo la cabeza de Bashar al-Assad; ultranacionalistas estadounidenses aplaudiendo los bombardeos de Donald Trump a Siria y Afganistán y los que están convencidos que el tío Vladimir Putin es maravilloso y Siria al mando de Bashar al-Assad era casi primermundista hasta antes de 2011.
Los primeros desconocen o desacreditan las notas con dudas razonables sobre la autenticidad del ataque químico y las pruebas —o falta de estas— que liguen directamente este atentado al régimen de al-Assad.
Los segundos sólo escucharán a aquellos medios que transmitan el discurso de “con este ataque, Trump se volvió presindente” y ni se les ocurrirá revisar aquellas opiniones que sostengan que todo esto se trata de una cortina de humo para simular tensión entre Estados Unidos y Rusia.
Los terceros compartirán (cómo ya algunos han hecho) noticias falsas con fotografías de años atrás sobre supuestas marchas donde el pueblo sirio apoya incondicionalmente a su queridísimo presidente. Ni por asomo consultarán que el buen Bashar al-Assad es presidente de Siria desde 2000 y que antes de él, su papá fue presidente durante 26 años. Ni tampoco revisarán la invasión de Rusia a Crimea y su control sobre Chechenia.
Me atrevería a decir que estas tres tendencias se explican debido a que la respuesta que buscan y blanden es fácil (o sea, maniquea), cuando en realidad entender este asunto geopolítico es difícil porque no se puede explicar de tres patadas, es complejo y sí, es confuso.
¿Qué solución queda? Como diría mi profesora de Diseño de proyectos de investigación: triangulen. Comparen información, de frente, aunque sean resultados opuestos — ¿qué mejor? Es la única forma en la que, poco a poco, con tenacidad y disciplina podemos armar este rompecabezas que es el mundo en el que vivimos.