La Constitución sin ciudadanos
Columna Pórtico/
Román Ramírez Carrillo/
La Constitución Mexicana, un texto de más de 65 mil palabras, con sus 229 reformas y adiciones, cumple 100 años de historiar la resistencia de las élites gobernantes a compartir y distribuir el poder político con su sociedad. La Constitución de 1917 no nos rescató de la pobreza y del autoritarismo, como lo pregonan los políticos patrioteros.
El patrioterismo por los cien años de la Constitución, que despliega estos días la clase en el poder, es lo contrario al patriotismo. Abunda la manipulación de los sentimientos patrios, con la intención de dominar a la sociedad por la enajenación de sus legítimas demandas. Discursos que exaltan las emociones en perjuicio de las razones. Ideología barata que los políticos de todos los colores utilizan en tiempos de crisis, justo cuando ven amenazada su capacidad de dominación. El patrioterismo del equipo de Peña Nieto es manipulador, irracional y narcisista.
No somos prósperos ni libres. Somos súbditos del Estado mexicano, pues esta Constitución no la hizo la Sociedad mexicana, esta Constitución no refleja la idiosincrasia, el sentir y los grandes anhelos de la Sociedad.
Ciertamente, las leyes son importantes porque establecen las reglas y bases de la armonía social, de la participación ciudadana, de la actividad económica y de la prosperidad, pero tenemos una Constitución que no defiende los derechos individuales y que ha permitido el surgimiento de una clase política que ha abusado de los ciudadanos. Los políticos son los únicos beneficiados por esta Carta Magna, por eso tantos discursos y alabanzas en este centenario.
Como clase política se han caracterizado por ser corruptos, devoradores del erario público, derrochadores de nuestros impuestos y de la riqueza de nuestro suelo. Y ahora se envuelven ruidosamente en la bandera, con muchas fotos para que todos los vean.
Este marco constitucional no es realmente respetado, es simplemente un referente que se ha usado en todos los tiempos para provecho y beneficio de los que la clase política que no representa a los ciudadanos, sino a los partidos políticos.
Los ideólogos políticos del Siglo XIX, creadores de la Constitución del Siglo XX, más que representar al país naciente, lo que hacen es suplantar a la nación, y, por lo mismo, tenían que imponerla porque la Sociedad no se ve reflejada en ese marco legal, pero el hecho fundamental de que no había sido invitada la sociedad a crear la Constitución. En la redacción de la Constitución del 17 participaron Villistas, Huertistas y Carrancistas, abogados, profesores e ingenieros con conocimientos técnicos.
En teoría, los que dicen representar a la Sociedad en las Cámaras (Diputados y Senadores) no la representan; en los hechos, representan a los partidos que les dieron el beneficio de ocupar una curul, a cambio de lo cual reciben enormes y desproporcionados salarios y, ese salario tiene un costo: que las Cámaras sirvan a los intereses de su partido, no a los intereses de la Sociedad.
Como ciudadanos el Centenario de la Constitución de 1917, debería invitarnos a reflexionar hasta qué punto tenemos Leyes que nos representan, y hasta qué punto los Legisladores nos representan a nosotros en verdad, en lugar de seguir representando a sus partidos.
No podemos ignorar que las causas del momento actual que vive el país, han sido la falta de honestidad, honradez y capacidad de los partidos políticos. Ellos son los responsables de todos nuestros retrasos, nuestros fracasos, nuestras limitaciones, nuestro empobrecimiento, y que mientras no haya una reacción inteligente, clara y honesta para cambiar y modificar el sistema político del país con un marco constitucional en el que participe la sociedad, de nada sirve celebrar Constituciones.
Al celebrar algún signo patrio, como para algunos, es la Constitución, no olvidemos que el amor a la patria llama a la democracia y solidaridad. El patrioterismo llama a dictadura. Nunca lo olvidemos.