«Cosas veredes»
Columna Guayabera Política/
GUILLERMO HÜBNER DÍAZ/
A Miguel Angel Valdivia de Dios, presidente del Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional, poco le importa que la frase “Ladran, Sancho; señal de que cabalgamos”, haya sido o no pronunciada realmente por Don Quijote y esté o no consignada en la obra magna del alcalaíno Miguel de Cervantes Saavedra.
Le importaría – le importa- en todo caso, el contenido, el alcance de la expresión, atribuida por algunos investigadores al poeta, científico y escritor alemán Johann Wolfgang Von Goethe. Valdivia De Dios, sencillamente, sigue avanzando. Cabalga.
Y lo hace, amable lector, a pesar de las críticas, los impedimentos y los problemas que se le pueden ir presentando, que le son presentados, creados muchos de ellos por gente interesada en alejarlo a toda costa del edificio de la Avenida 16 de Septiembre, claro está, para acercarse ella o ellos o hacerlo con alguien que represente y obedezca como lacayo sus intereses políticos.
No para mientes, Miguel Ángel. No se fija en bajezas, aunque tome nota de ellas y las inscriba en su libreta de apuntes, posiblemente para su anecdotario personal. No le presta atención a quienes, con alguna variante, son los mismos que en Tabasco han llevado al Partido Revolucionario Institucional a la barbarie y lo tienen sumido en el mayor de los descréditos.
No llegó al cargo para eso, lo habría hecho, con seguridad, precisamente para cerrarle el paso a los oportunistas y falsos priistas, a aquellos que buscan, que exigen oportunidades sin merecerlas, a quienes nunca asistieron a una asamblea, a quienes le hacen “fuchi” al PRI.
Camina sin mancha el amigo de Roberto Madrazo Pintado, por lo visto no amigo de muchas otras personas, entre estas afamadas mujeres, que se dicen cercanas a los afectos y bandería del hijo de El Ciclón del Sureste, pero que empujan a Miguel Ángel hacia la salida.
“Muchos males han venido por los reyes que se ausentan”, dijo Rodrigo Díaz de Vivar a Alfonso VI, en el Cantar de Mío Cid.
–Cosas veredes que farán fablar las piedras –le contestó el monarca.