La mató cuando le dijo que era hombre y no Paola…
Redacción/ Texto y fotos: Letras Rojas/
México.- Paola era una chica travesti que se dedicaba a la prostitución. Tenía 23 años la noche que fue asesinada por un exmilitar. El pasado 30 se septimbre el hombre se acercó a un grupo de sexo servidoras para solicitar un servicio.
Ella decidió irse con él por 200 pesos, subió a un automóvil Nissan March color gris con placas MXB-6583 y a sólo cincuenta metros del lugar donde la recogió – Puente de Alvarado y Juan Aldama colonia Guerrero-, el vehículo se estacionó. Un momento después se escucharon dos detonaciones de arma de fuego.
Paola falleció casi al instante a causa de dos balazos calibre 9 milímetros por parte del exmilitar y actual trabajador de seguridad privada: un balazo le entró por el pecho y salió por la espalda, destrozando sus pulmones; el otro tiro impactó su barbilla y salió por la parte alta de la cabeza.
Sus compañeras llegaron en su auxilio y lograron detener, con ayuda de los tripulantes de una patrulla, al hombre que se encontraba con ella. Aunque el cliente fue presentado ante el Ministerio Público de la delegación Cuauhtémoc, 48 horas después fue puesto en libertad con el argumento de que no había pruebas suficientes para vincularlo a proceso por homicidio.
El cadáver de Paola fue entregado el domingo a sus amigas, mismas que antes de llevarlo a la funeraria Rudiño, ubicada sobre Eduardo Molina, decidieron colocarlo la tarde del lunes sobre la avenida Puente de Alvarado e Insurgentes, muy cerca del lugar donde fue asesinada, como medida de presión para exigir justicia a las autoridades capitalinas.
Un par de horas después los restos de Paola llegaron al velatorio, ahí pasó la noche entre rezos y lágrimas de sus conocidas. Su funeral fue un lujo, el costo superó los 25 mil pesos por la sala de velación, el servicio de café, asesoría en trámites, traslado, embalsamado, maquillaje e inhumación en el Panteón Civil de San Lorenzo Tezonco en Iztapalapa.
“Para pagar el funeral cooperaron chicas de diferentes zonas: de la Merced, Sullivan, Insurgentes, Puente de Alvarado y hasta Tlalpan. Ves a pocas aquí pero son muchas las que apoyaron con algo, pueden ser putas… pero no culeras”, detalló Adriana Barrios Ruiz quien le rentaba a Paola desde hace más de un año un pequeño cuarto en donde vivía en la calle de Doctor Enrique González Martínez y Sor Juana Inés de la Cruz en la colonia Doctores.
Belinda Morales, otra mujer transexual, precisó que a Paola la conocía muy poca gente en la capital, y agregó que la vida de la joven estuvo marcada por el sufrimiento y el rechazo de su propia familia, incluso su madre se avergonzaba de que fuera un ‘amanerado’, un ‘jotito’”.
“Ella huyó de Ciudad del Carmen, Campeche, siendo adolescente. Vagó por algunos estados del sureste mexicano, donde comenzó a prostituirse para sobrevivir hasta que llegó a la Ciudad de México hace poco más de tres años. Bebía mucho, casi todo el tiempo trabajaba borracha, pero no era agresiva”, explicó Belinda visiblemente cansada por los días que lleva sin dormir bien, se maquilla, pero el polvo no es suficiente para disimular la barba que comienza a crecer revelando su género.
En el funeral todo es triste, deprimente. Desde la entrada unos carteles sucios demandan justicia, recargadas en el féretro otras cartulinas lo reafirman. Una corona de flores con la leyenda “Recuerdo de la Banda de Puente de Alvarado” se marchita y su aroma a flores rancias se disimula solo por el de la mariguana que fuman las chicas.
Quien sostiene el “toque” es Kenia, una trasvesti alta y delgada con tatuajes y cicatrices por todo el cuerpo, con unos senos que casi revientan su blusa. Corre el “gallo” y a cambio recibe una “anforita” de anís Mico, bebe un trago largo y atiende las preguntas de Letra Roja.
“Durante una audiencia oral para determinar si se le dictaba auto de formal prisión o no al imputado de nombre Arturo Felipe Delgadillo Olvera, el juez consideró que el carro, el arma, la versión de los testigos y los videos no eran suficientes como pruebas.
“El agresor sí fue trasladado al Reclusorio Varonil Norte, pero ya está libre. Honestamente el Ministerio Público nos aconsejó mal, no sé si fue a propósito o de verdad son tan ineptos, pero el caso es que el detenido volvió a la calle sin problemas”, comentó Kenia.
Pero si para el juez de la causa todos los elementos no eran suficientes pruebas, el cuerpo de Paola inerte dentro del ataúd debería de serlo. “Según el testimonio del agresor, Paola no le dijo que era hombre y cuando se dio cuenta discutieron, el tipo dice que ella intentó quitarle el arma y en el forcejeo ella sola se disparó dos veces. ¡Es ridícula esa versión. Por la forma en que recibió los disparos es obvio que no fue así!»
Cerca de la una de la tarde la música de Edith Márquez termina. Hay un silencio y una certeza, es la hora de llevarse el cuerpo a su morada final, de pronto sus amigas caen en cuenta que es todo, una vez que la bajen a la fosa no la volverán a ver jamás.
La pesadumbre y el cansancio acentúan la tristeza, el llanto corre por las mejillas de algunas de sus compañeras, en otras vuelve a surgir la indignación, “la prostitución es un trabajo, el asesinato un crimen y nos tratan peor a nosotras que a los delincuentes, no hay día en que no nos maltraten. Ya estamos hartas de la violencia, de la transfobia, de la impunidad”, remarca Kenia mientras se mete de un jalón el último trago de la botella de anís.
El séquito sale con el féretro al Panteón Civil de San Lorenzo Tezonco en Iztapalapa. Cerca de las 16:00 horas se escuchan los mariachis ante una fosa que espera abrazar el cuerpo de Paola. Sus amigas abren la tapa del ataúd y se despiden con abrazos y besos que le depositan en la frente, la última en hacerlo es Kenia, por un segundo olvida dulcificar su tono de voz y se oye una grave y áspera que promete: «¡Te juro que no se va aquedar así, no habrá impunidad, exigiremos justicia para ti!».