Se puede ser mujer independiente y volver a casa…
Columna El diario de Pamela/ Foto: portafolio.co
Pamela Alexandra Soto/
A las mujeres de hoy en día se nos dificulta la idea de querer independizarnos. La sociedad contemporánea nos vende como verdad absoluta que una mujer no debe salir de casa de sus padres hasta que contraiga matrimonio; de lo contrario, quebrantarás el orden de la vida y la paz de tus familiares y amigos cercanos.
Aunque todas sabemos que eso es simplemente basura. Pero soy una mujer de retos, que ama desafiar las intrínsecas leyes de la sociedad. Y es que temo a tantas cosas: a las alturas, a los anfibios, a la gente hipócrita y a las responsabilidades de la vida adulta; que me da por enfrentarme a ellas constantemente.
Hace exactamente 52 días tuve la oportunidad de salir del nido familiar para adentrarme en la aventura de vivir sola; no completamente sola, tuve compañeros de casa, pero mi familia completa se quedó en Villahermosa.
El viaje tuvo fines primeramente académicos y a pesar de que adquirí sólidos conocimientos en el ámbito de la investigación, aprendí mucho más de la vida. Lo que leerán a continuación, es una serie de cuestiones que cambiaron drásticamente en mí, como mujer y como ser humano.
1.- Te enfrentas a tus miedos, uno tras otro.
Como bien dije al principio del texto, soy una mujer con diversos miedos, desde el más diminuto, hasta el más aterrador. Después de dar el paso para “vivir sola” durante determinado tiempo, lo que sigue es siempre más sencillo. Un día cocinas tu propia comida, aun cuando nunca te gustó cocinar; al día siguiente das un paseo a solas en una ciudad que no es la tuya y si te pierdes, te las arreglas; otro día más, enfrentas cara a las alturas en una de las ruedas de la fortuna más grandes de América, y así te vas, hasta que llega un punto en el que no te reconoces.
2.- Abrazas las responsabilidades y ya no te parecen tan malas.
La primera vez que hice mi despensa a solas me encontré con dos realidades: que no sabía qué comer, y que todo está exageradamente costoso.
3.- Te vuelves más consciente de lo que tienes y dejas de añorar lo que no
Comienzas a racionar el dinero y compras lo que realmente necesitas; los gustitos son ocasionales y deben ser extremadamente baratos. Si tus padres financian el tiempo que pasas fuera de casa, no puedes pedirles cada dos días.
4.- Conoces mucha gente y haces buenos amigos.
Desde la gente que se junta para dividir gastos de comida que no puede comprar por si sola, gente con la que es muy agradable viajar, los que te siguen en todas las aventuras, los que proponen más aventuras, con los que te ríes hasta que te duele el estómago, a los que ves fumarse un cigarro o tomarse una cerveza mientras platican sobre la existencia del universo. Personas de las que probablemente no te olvides el resto de tus días.
5.- Le pierdes el miedo a perderte en una ciudad desconocida.
Empiezas a caminar calles peligrosas con seguridad para no ser asaltada, caminar entre multitudes, a esconder extraordinariamente tus pertenencias, a observar cada persona que se te acerca, y a siempre apartar dinero para pasajes.
6.- Disfrutas cada paso que das.
Ves puestas de sol, amaneceres, cielos estrellados, flores en todas partes, los colores de la ciudad que te abraza, las sonrisas de los locales. Tus ojos van a donde jamás habían llegado.
7.- Amplías tus horizontes.
Comprendes que tus oportunidades son mayores a lo que pensabas, nacen nuevas metas, tienes nuevos sueños y aprendes otras cosas.
8.- Te vuelves autosuficiente y empática.
Empiezas a buscar alternativas para obtener dinero y resulta que tienes más habilidades de las que pensabas. Comprendes que todos tienen historia, y que debes respetar cada una de ellas sin juzgar sus procesos de evolución como ser humano.
9.- Aprendes el lado bueno de las cosas.
Toda la vida me han atormentado con la existencia de la gente mala. Pero nunca nadie me contó que había personas increíblemente buenas que te abren su corazón, su casa y hasta te muestran heridas de guerra… todo esto a los pocos días de conocerte.
Nadie te cuenta que existen cientos de personas que te abrazan el alma cuando compartes una lata de cerveza con ellos o compartes con ellos un asiento de un autobús.
10.- Extrañas a la gente que importa.
Tu mamá te hace más falta que nunca, y extrañas a tu papá casi todos los días que estés lejos.
Reconoces el valor que tus amigos poseen en tu vida, y tu relación de pareja se vuelve más fuerte que nunca. Refirmas lazos con quien más te hace falta y ves a quien realmente le importas.
Estoy a días de regresar a casa, y muero por un cálido abrazo de toda mi familia.
Si nunca te arriesgas a perder,
Nunca te darás la oportunidad de ganar.
Si nunca afrontas la pena de partir,
Nunca conocerás la alegría del regreso.
Anónimo.